08 julio 2009

AMNISTÍA HONDUREÑA

Hace muchos años que no observamos la comunidad internacional tan compactada en una posición de principio como lo es salvaguardar la democracia. Todas las naciones del mundo –sin excepción alguna- han condenado el golpe de estado perpetrado contra el Presidente de Honduras, Manuel Zelaya.

Ante el aislamiento internacional que ha sufrido el gobierno de facto, con el no reconocimiento de nación alguno, los golpistas -transcurridos los días- se han visto en la necesidad de flexibilizar sus radicales posturas.

El hecho de que ambas partes hayan escogido al Premio Nobel de la Paz y Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, como mediador para apertura un proceso de diálogo, es una clara señal de que se ha comprendido que la única forma de salir de esta crisis institucional hondureña es mediante la negociación.

En esa agenda, hay puntos que no admiten ninguna negociación –como el retorno al redil democrático de Honduras- y otros temas que pudieran ser temas de concesiones y debates –como podría ser la declaratoria de una amnistía de ambas partes- para subsanar las heridas que se han provocado las partes en el conflicto.

Esta posible amnistía conllevaría el perdón por parte del Corte Suprema de Honduras de los delitos que acusa al Presidente y por Zelaya –quien debe retornar al ejercicio del poder ejecutivo- el compromiso de no perseguir a los golpistas y respetar la autonomía del Poder Legislativo –que volvería a presidir Michelleti- y del Poder Judicial.

Esta solución sería lo más factible en el entendido de que el depuesto mandatario no tiene apoyo de las élites políticas internas –Corte Suprema, Congreso, Iglesia, Empresariado y Ejército; mientras el gobierno de facto carece del reconocimiento internacional.

Otro punto interesante que podría coadyuvar a amainar la crisis es el adelanto de las elecciones nacionales programadas para el mes de noviembre, en un intento de que se legitime democráticamente el nuevo gobierno surgido de las urnas.

Lo más importante es que se han sentado la base para el entendimiento entre las partes, en un diálogo que no puede tardar demasiado, por al transcurrir los días se va deteriorando la de por sí maltrecha economía hondureña y quienes sufren las consecuencias de estos desvaríos políticos es el pueblo.

La necesidad de que Honduras vuelva al ejercicio pleno de la democracia es innegociable, para no dejar en pleno siglo XXI este funesto precedente en la historia de la región, cuando se entendían superados todas estas barbaries políticas y se acepta la democracia como un derecho universal de todos las naciones del mundo.

No hay comentarios: