05 febrero 2009

EL TOPE SALARIAL NORTEAMERICANO

Una importante medida adoptada por el Presidente Obama ha sido el establecimiento de un tope salarial a los directivos de las empresas que se acojan a partir de este momento al programa de ayudas del Estado.

Este tope fue fijado en un límite de 500,000 dólares anuales, que es el sueldo que tiene establecido el Presidente de los Estados Unidos de América, al observar que no obstante la crisis financiera los ejecutivos de Wall Street recibieron primas por más de 20,000 millones de dólares.

Esas compensaciones escandalosas en tiempo de crisis ha forzado al Presidente a asumir esta medida que limita la ganancia de los directivos de instituciones supuestamente “quebradas”, y que han absorbido grandes recursos de las sumas dispuestas por el Estado norteamericano para la recuperación económica.

El Presidente Obama ha sido enérgico en afirmar que acabará con "la cultura del autointerés y las ganancias a costa de los demás", calificando de acción vergonzosa el festín que se dieron los ejecutivos de muchas empresas en problemas.

Con este proceso de control de las políticas de sueldos, al menos en las entidades rescatadas por el Gobierno, los directivos no podrán recibir ningún emolumento extra, en forma de bonos o similar, más allá del pago con dividendos. Si cobran algo más, será en forma de acciones que sólo podrán hacer efectivas cuando la empresa haya devuelto la ayuda recibida con intereses.

El plan de tope salarial será aplicable a aquellas entidades que a partir de ahora reciban cantidades "excepcionales" de dinero y no tendrá efecto retroactivo, con lo que no afecta a grandes empresas que ya han sido rescatadas.

El Presidente Obama establecía “que estos altos ejecutivos se premien a sí mismos con estos paquetes de compensación en medio de esta crisis económica no es sólo de mal gusto, es una mala estrategia, y no lo toleraré mientras sea presidente".

Ante esta medida, aplaudida por la clase media y baja norteamericana, se han establecido criticas que entienden que podría provocar un éxodo de talentos de las grandes firmas de Wall Street.

Ante una crisis de tal magnitud, esta es una sabia medida que evitaría que los fondos de los contribuyentes, repartidos en centenares de millones de empresas como ayuda, vayan a parar a subsidiar los onerosos paquetes de compensaciones de muchos ejecutivos.