08 mayo 2008

EL TABLERO INTERNACIONAL



Anoche se puso en circulación mi nueva obra “Las nuevas fichas del tablero internacional”, donde analizo los temas más importantes de la agenda de las relaciones internacionales contemporáneas, desde una óptica personal.

En este libro se refleja cómo el mundo se inmersó en una constante evolución y las transformaciones que se han ido experimentado en las dos últimas décadas, pasando de nuestra “aldea particular” a la “aldea global” que Marshall McLuhan presagiaba desde mediados del siglo pasado, sin percatarse que la realidad iba a superar con creces sus conjeturas.

Este nuevo escenario está signado por la mundialización, donde existe una interdependencia en todos los ámbitos, incluso hasta en los más inusitados de la cotidianidad; pero en el que también existen grandes asimetrías, por un lado los mayores avances científicos de la humanidad; y por el otro, interminables pugnas de jurisdicciones trasnacionales, nacionales, regionales, tribales, que avizoran una real oposición entre la aldea global y la aldea local, entre la aldea tecnológica de Ted Turner y la aldea memoriosa de nuestras tradiciones.

Esta palpitante realidad va dándole al mundo una especie de semejanza con un gran tablero de ajedrez, por eso el nombre del libro, donde los jugadores –esos que llamo las nuevas fichas- tienen que saber calcular jugadas, poder visualizar prospectivamente, mover las piezas con precisión, valorando las posiciones finales de cada variante y teniendo en cuenta la nueva realidad geopolítica, para poder ofrecer una respuesta global de manera cada vez más eficiente.

Por eso es la necesidad de que los jugadores sean estadistas experimentados, con la pericia suficiente para poder sortear los múltiples problemas de estos tiempos tan difíciles.



Ya que como ha pasado en muchos países del mundo, cuando se ejecuta la acción exterior por manos inexpertas: ésta se observa con trayectorias sin sentido, con algún que otro acierto casual y pasajero, pero con constantes decisiones que esquivan el planteamiento lógico, que es suplantado por una febril imaginación que hasta a veces lleva a festejar cuando "comen" alguna pieza o cuando furtivamente realizan algún acierto.

Pero en realidad, la mayoría de veces se van atorando en una y otra orilla de las cuadrículas exhaustas por la falta de previsión, la inexistencia de una agenda o el simple desconocimiento del tablero en que juegan. De ahí la similitud entre la diplomacia y el ajedrez.

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