11 septiembre 2008

NUEVA DIPLOMACIA




El mundo ha cambiado rápidamente. En las últimas dos décadas la transformación de la comunidad internacional ha sido impresionante en todos los órdenes.

Desde aquella histórica imagen de la caída del Muro de Berlín en 1989 y la Perestroika de Gorbachov hasta nuestros días el mundo definitivamente ha evolucionado.

Cuando observamos los avances de carácter tecnológico y la transformación de las comunicaciones nos damos cuenta de que estamos en presencia de una nueva y dinámica comunidad internacional.

A la vez de la ocurrencia de todos estos cambios positivos, nos encontramos con situaciones de crisis universales en todos los órdenes: desde las alzas especulativas del petróleo, la inseguridad alimentaria, los problemas financieros norteamericanos, las escisiones de naciones y las guerras existentes.

Todo indica que estamos frente a un nuevo estado de cosas en cuanto a la cantidad y cualidad de los acontecimientos que se nos plantean como retos.


Este panorama internacional a su vez obliga a un replanteamiento del quehacer diplomático.

Desde el ejercicio primario de las relaciones diplomáticas bilaterales hasta los objetivos que se plantean en las organizaciones internacionales existentes.

Estas tendencias plantean retos importantes a los países –ejecutores de la política exterior- y a los organismos supranacionales.

Entre las nuevas prioridades de la agenda internacional se incluyen el terrorismo, la proliferación de las armas de destrucción masiva (ADM), los Estados fallidos, el crimen organizado, la degradación medioambiental, la escasez de recursos, la pobreza y la emigración masiva.

Por esta razón, resulta esencial como meta de política exterior escoger a individuos con la capacidad necesaria y que sean portadores del perfil adecuado para representar al Estado en las diversas funciones diplomáticas.

Indudablemente que esto conlleva nuevas perspectivas y nuevas herramientas.

Ante tantos conflictos y situaciones bélicas en el mundo también se requiere que la diplomacia se afiance en la restauración del derecho y la negociación.

La adecuación del servicio exterior, con la apertura de embajadas claves de acuerdo a intereses geopolíticos y el cierre de otras menos importantes teniendo en cuenta los criterios de la reciprocidad, la selección adecuada de los integrantes de las misiones diplomáticas, los análisis periódicos de la gestión, y todo aquello que contribuya a la eficientización del quehacer diplomático, son medidas esenciales para construir una nueva diplomacia.

Se impone una nueva forma de hacer diplomacia, que priorice los intereses del Estado sobre los intereses de las personas, y emprendiendo transformaciones geopolíticas en la representatividad internacional.