13 marzo 2008

AIRES DE PAZ


La XX Reunión de los Jefes de Estado y de Gobiernos de la Cumbre de Río, celebrada del 4 al 7 en la ciudad de Santo Domingo, tuvo como resultado descollante la distensión del clima de hostilidades que se presentaba entre Colombia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua.

Un conflicto surgido por la muerte del Sub-comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, a manos del ejercito colombiano en una incursión al territorio ecuatoriano.

Aunque Colombia había presentado excusas por el ingreso de sus tropas al Ecuador, la crisis llegó a regionalizarse con la ruptura de relaciones de Venezuela y Nicaragua, en un total respaldo al presidente ecuatoriano.

La cumbre del Grupo Río –la reunión más cercana en donde se iban a encontrar las partes en litigio- auguraba ser el escenario para que se desarrollara una batalla diplomática y una especie de duelo verbal entre los gobernantes de Colombia y Ecuador.

Todos los Jefes de Estado presentes condenaron la violación de la soberanía ecuatoriana, exigieron el respeto de los principios del Derecho Internacional y respaldaron la búsqueda de una solución pacífica del conflicto. Estos tres elementos fueron comunes en cada uno de los discursos de los dignatarios presentes.

La postura conciliadora del presidente venezolano, Hugo Chávez, pudo desactivar las tensiones, cuando se presentó –para sorpresa de todos- con un discurso lleno de argumentos a favor de la paz y la integración regional.

A la vez, el Presidente Uribe renunció a su intención de acusar al Presidente Chávez ante el Tribunal Penal Internacional por sus supuestos vínculos con las FARC; pidió perdón a Ecuador y se comprometió a no volver agredir a ningún otro país por razones de seguridad.

A lo que el Presidente Correa de Ecuador respondió que con este compromiso de Uribe se podía dar por superado el incidente y cerrado el caso. Mientras, el presidente nicaragüense Daniel Ortega reconsideró la ruptura de relaciones diplomáticas de su país con Colombia.

La guerra siempre debe ser el último recurso en cualquier diferendo. Hay que agotar todas las vías posibles para tratar de nunca llegar a la misma. Despejada la guerra, quedó claramente establecida la capacidad de los países latinoamericanos para resolver sus conflictos por sí sólos.