01 mayo 2008

LA REVOLUCIÓN ISLÁMICA IRANÍ


Irán es un país estratégico en Asia, tanto por su ascendencia política y económica en el mundo musulmán, como por su posición geográfica que controla la orilla oriental del estrecho de Ormuz, por donde pasa toda la producción petrolera que sale del Golfo Pérsico.

A partir del triunfo de la Revolución Islámica en 1979 y la ascensión al poder del Ayatolá Jomeini, Irán, centro chiíta dentro del Islam, ha emprendido la tarea de exportar la revolución, jugando un papel protagónico en el conjunto de revoluciones islamistas que han venido modificando el mapa geopolítico de Medio Oriente y Asia.

El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, al asumir el poder iraní tras su triunfo en las elecciones del 2005, se ha alejado de las políticas conciliadoras de su antecesor Mohamed Jatamí, inaugurando una etapa de confrontación nacionalista con Estados Unidos y de radicalismo antiisraelí, con sus constantes declaraciones antizionistas.

Entre las cosas que ha dicho el presidente iraní, se encuentran la exhortación de "borrar a Israel del mapa", sus cuestionamientos sobre la veracidad del holocausto y la petición de reubicación del pueblo judío en Europa.

Recordando que a partir de 1979, fue declarado el último viernes del Ramadán como un día internacional de lucha contra Israel y a favor de la liberación de Jerusalén. Hasta la ONU, le recordó a Irán que está comprometido con no amenazar con el uso de la fuerza a otro Estado.

Por su parte, Israel ha reclamado la expulsión de Irán de las Naciones Unidas. Sin embargo, hay que destacar que a pesar del conflicto entre estas naciones, Irán, después del Estado israelí, es el país que acoge el mayor número de judíos en Medio Oriente. Unos 25,000 judíos viven en Irán e incluso su comunidad está representada en el Parlamento Iraní.

Irán ha impuesto su liderazgo en Asia Central con su gran influencia económica y política sobre Siria y el Líbano, y el patrocinio del grupo armado Hezbolá en el Líbano; el financiamiento de Hamas, que bloquea la posibilidad de un acuerdo de paz entre Palestina e Israel; el respaldo a grupos árabes pro-chiítas y otras organizaciones chiítas en Afganistán e Irak. A la vez que mantiene un pulso constante con Rusia, por el control de amplias zonas del Caspio y del Cáucaso.

Incluso, Ahmadinejad ha reducido los ancestrales odios que desde hace más de doce siglos mantenían enfrentadas a las dos principales ramas del Islam: los suníes y los chiíes.