22 mayo 2008

CRISIS ALIMENTARIA

El mundo se encuentra hoy ante un dilema humano. Por una parte se requiere rápidamente de una estrategia para enfrentar la crisis alimentaria, pero por la otra se requiere de energía alternativas, como el biocombustible, para contrarrestar los volátiles precios del petróleo.

En economía hay una regla simple: cuando hay mayor demanda y menor oferta, los precios suben.

En todo el mundo el precio de los alimentos han tenido una escala alcista, llegando por ejemplo el arroz a subir desde enero pasado un 141%, mientras el costo del trigo se ha duplicado en tan sólo un año.

Si tenemos en cuenta además que más de mil millones de seres humanos viven con menos de US$1.00 al día, entonces estamos frente a una posible catástrofe mundial con la aparición de una hambruna en que sucumban millares de personas por falta de alimentos.

Esta crisis se ha originado en una serie de factores como: los nuevos hábitos de consumo de los países desarrollados; los fenómenos atmosféricos a causa del cambio climático, que han producido devastaciones de tierras cosechadas en regiones nunca antes afectadas; la densidad demográfica de los países asiáticos como China y la India, y desde luego, el uso de enormes extensiones de tierra para la producción de biocombustibles.

Ante esta situación calamitosa, ya se han producido grandes disturbios en países africanos, asiáticos y amenaza con extenderse por todos los confines.

La revista “The Economist” ha señalado que de la investigación realizada por el Banco Mundial sobre la reacción a la crisis de 58 países, 48 han impuesto controles de precios, subsidios al consumo y restricciones a las exportaciones.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha propuesto entre las medidas paliativas a la crisis la conversión de nuestro país como “el granero del Caribe”.

Mientras, solicitaba a la Unión Europea y, sobre todo, a Estados Unidos, la reducción "significativa" de los programas de biocombustibles.

Por su parte, Venezuela ha propuesto el ofrecimiento de US$100 millones para apoyar iniciativas que aumenten la producción de alimentos en la región y la creación de un fondo de "petro-alimentos" por gobiernos productores de petróleo.

El mundo requiere de medidas urgentes para mitigar este inquietante problema y la R. D., con nuestros campos fértiles, puede convertirse en un escenario determinante para contribuir a solucionar parte del problema y asegurar la autosuficiencia alimentaria para los nuestros
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