18 diciembre 2008

UNIDAD ANTE LA CRISIS

Para concluir el año los jefes de Estado de América Latina y el Caribe se han reunido en Brasil para su participación en una cuarteta de cumbres internacionales todas con miras a contrarrestar los posibles efectos nocivos para nuestras naciones de la crisis financiera internacional.

Las reuniones que se han realizado conjuntamente son las cumbres de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), del Mercado Común del Sur (Mercosur), de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y del foro de concertación política Grupo de Río.

Estos 29 jefes de Estado están intentando llegar a consensos sobre temas comunes, que nos permitan como subcontinente sortear la crisis financiera internacional, auspiciando una mayor cohesión y protagonismo global para adoptar decisiones que nos permitan adoptar acuerdos homogéneos.

En todos los discursos de los mandatarios se ha advertido una decisión de profundizar la integración regional para que por primera vez en la historia se haga sentir la fuerza de un continente unido por defender su destino común.

El Presidente Lula Da Silva como anfitrión de esta megacumbre reclamaba en su discurso inaugural que “América Latina tendrá un papel importante a desempeñar en la construcción de una nueva arquitectura política y económica multipolar y multilateral".

Esta reunión da una nueva visión de la política exterior latinoamericana, ya que la integración regional de estas 29 naciones participantes, nos permitiría actuar como bloque en procura de potencializar nuestras metas comunes.

Uno de los puntos de coincidencia entre los jefes de Estado reunidos en Costa de Sauípe fue aceptar a Cuba en el Grupo de Río, ya que era la única nación excluida de América Latina.

Aunque muchos critican las cumbres presidenciales, esta quizás ha sido la megacumbre más importante de los últimos años, en la medida en que define una clara intención de constituirnos como continente en una entidad supranacional con nuestros propios proyectos como región.

La crisis global nos ha servido también para zanjar nuestras diferencias, negociar nuestras desavenencias y reconciliarnos como pueblos que perseguimos fines comunes en satisfacer la demanda de tantos desamparados, orientar mayores presupuestos a la inversión social y la educación y generar una cooperación intraregional capaz de apoyarnos en nuestras deficiencias particulares.